Las últimas investigaciones realizadas al respecto
corroboran que los niños que aprenden a gestionar sus emociones, y tienen la
fortuna de experimentar empatía en la escuela, son menos violentos que los que
no han tenido la oportunidad de hacerlo.
Sin temor a equivocarnos, podemos asegurar que la empatía
no s enseña, pero sí que se aprende. Pues bien, estas mismas investigaciones a
las que nos hemos referido antes revelan que la mejor manera de experimentar
empatía es participar satisfactoriamente del mundo social.
La escuela es el lugar donde los niños, adolescentes,
jóvenes pasan más tiempo, así como el entorno comunitario donde deben generarse
espacios de vinculación para que estos entren en contacto con adultos
significativos, pues sabemos que la vinculación con éstos en la escuela
garantiza el éxito académico y disuade del abandono prematuro del sistema
educativo.
También es necesario que los adultos que estén en contacto
con los estudiantes, manifiesten altas expectativas hacia ellas, a los que
deben mostrar aprecio y consideración, dimensiones básicas para el optimismo y
felicidad de ellos, pero también elemento imprescindible para la experimentación
y aprendizaje de la empatía. De la misma forma los estudiantes compiten para
lograr mejores calificaciones, también lo hacen para obtener la consideración y
la estima de los adultos, rivalizando en clases por la atención de un maestro
que debe dividirse por 40, Por esta razón educadores sociales, orientadores,
personal auxiliar, de comedor, conserjería, limpieza, etc., no pueden quedar al
margen, todos son igualmente imprescindibles; y es que en los hogares cada vez
son más alumnos que al regresar a casa están solos.
A través de la vinculación social, los niños se muestran
más participativos y democráticos, solucionan sus conflictos a través de la
negociación y la conciliación, y no utiliza métodos violentos que desprecian la
dignidad del colectivo que les forma.
La escuela debe, pues, ser un espacio de vinculación, y cuidar todos los
elementos que favorezcan el desarrollo de la empatía, sentimiento capaz de
frenar la agresividad y la violencia en la escuela, pero también en la
colectividad. Aunque difícilmente, nuestros escolares podrán hacerlo si los
referentes escolares escasean.
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